jueves, 26 de diciembre de 2013

Cánones

Felices Fiestas




Johann Pachelbel (+1706)





Arcangelo Corelli (+1713)











viernes, 15 de noviembre de 2013

Las Leónidas


Las Leónidas son pequeños fragmentos de roca y hielo procedentes del cometa Tempel-Tuttle, que entran en la atmósfera cuando nuestro planeta se cruza en su camino. Estos pequeños objetos no mayores que un grano de arroz llegan a velocidades de hasta 72 km/s y la mayoría se desintegran dejando ver, según el tamaño del objeto, una luz brillante que corre por el cielo. Los astrónomos recuerdan que algunos son tan espectaculares que incluso podemos oír un silbido y dejan un destello tan poderoso que llegue a iluminar el suelo. Incluso puede hacerse de día por un instante. Esto, muy poco corriente, ocurrió el 18 de noviembre de 2009 en Utah (EE.UU.)
J. DE JORGE @ABC / MADRID


La constelación de Leo, el radiante de donde salen los meteoros, no sale del horizonte hasta la medianoche local, por tanto, observar antes no es necesario. Leo aparecerá por el horizonte Este. Los meteoros, saldrán de esta constelación, pero se dirigirán a cualquier parte del cielo. No es recomendable observar directamente a Leo, sino a 45° de la constelación (tres o cuatro palmos).

jueves, 24 de octubre de 2013

La "Unión de Armas"

En plena crisis institucional, con una monarquía desacreditada y unos reinos de España que habían perdido progresivamente la hegemonía en Europa, Olivares estableció un programa - Gran Memorial- para recuperar el poder del rey, fuertemente cuestionado, y el prestigio de la monarquía como institución. En definitiva se trataba de una reorganización de los recursos, que se consideraban mal gestionados, de tal manera que los gastos derivados de la acción política fueran sufragados igualmente por todos los territorios, y no sólo por Castilla, mediante la llamada Unión de Armas, cuya finalidad era ordenar y canalizar los recursos provenientes de los territorios periféricos, necesarios para mantener un ejército capaz de hacer frente a los conflictos abiertos y, de paso, establecer la periodicidad y seguridad de las entregas a la Hacienda real.







En Cataluña los campesinos se encontraban especialmente molestos por la presencia perturbadora de los soldados, enviados a tierra catalana para estar más cerca del campo de operaciones en la lucha contra Francia, lo que se unía a las ya difíciles condiciones de vida que padecían. La respuesta a todo esto fue la agitación que iniciaron, que tuvo su momento culminante tras la entrada y toma de la ciudad de Barcelona en el llamado "Corpus de Sangre" de junio de 1640, una de cuyas víctimas principales fue el virrey, marqués de Santa Coloma, que murió asesinado por las iras populares. Las masas urbanas se sumaron a la revuelta, generándose una crítica situación que alarmó a las propias autoridades locales, temerosas de la radicalización social del movimiento.

Los componentes del gobierno de la Diputación catalana dudaban en la actitud a tomar, teniendo en cuenta su manifiesta oposición a las directrices emanadas del poder central, que por su parte tenía que reaccionar ante los graves disturbios que se estaban produciendo, decidiendo el envío de tropas para intentar dominar la situación. El gobierno de la Generalidad se inclinó hacia la petición de ayuda a Francia, queriendo contrarrestar de este modo la presión militar que ya se estaba ejerciendo por parte de la Corte castellana, desde donde se consideraba cada vez con mayor intranquilidad el grado de subversión que había alcanzado la revuelta de los catalanes, sobre todo una vez que éstos reconocieran a Luis XIII de Francia como soberano.

Se concretaba así la separación de Cataluña de la Monarquía hispana, reafirmada con el fracaso de las tropas reales castellanas ante Barcelona, al que seguiría la pérdida de Perpiñán. La frontera quedó fijada entre Cataluña y Aragón, permaneciendo estable durante algunos años, en el transcurso de los cuales se puso de manifiesto que la dominación francesa sobre Cataluña se haría incluso más insoportable que la sufrida hasta entonces y achacable al Gobierno de Madrid.

Fuente: artehistoria.jcyl.es

Conde-duque de Olivares. Gaspar de Guzman y Pimentel

Felipe IV




miércoles, 31 de julio de 2013

El Nobel que no tuvo Rosalind

Cuando en 1952 vio el resultado de aquella radiografía espectral, un suspiro de alivio debió de salir del cuerpo de Rosalind Franklin: su teoría estaba confirmada. La científica inglesa había creado un ingenioso sistema para comprobar que «el secreto de la vida» tiene estructura de doble helicoidal, tal y como un año después corroborarían el biólogo James Watson y el físico Francis Crick en la revista Nature.




El problema llegó cuando esa primera «radiografía del ADN» fue sustraída sin permiso por Maurice Wilkins, compañero del laboratorio de Rosalind. Este científico mostró la prueba de la forma helicoidal a los anteriormente mencionados James Watson y Francis Crick. Un año después, los dos hombres escribían en la revista Nature cinco artículos explicando los nuevos descubrimientos en el ADN. Nueve años después, en 1962, Wilkins, Watson y Crick recibieron el Premio Nobel de Medicina. Rosalind Franklin nunca tuvo tal honor, pese a que Watson reconoció que sus aportaciones fueron fundamentales.




Tras conseguir graduarse en la Universidad de Cambridge a los 21 años, con el esfuerzo extra que suponía para una mujer enfrentarse a la oposición de su padre por querer dedicarse a la Ciencia, ingresó como investigadora en el King's College de Londres, donde sus compañeros tampoco se lo pusieron fácil. Rosalind Franklin (Kensington, Londres, 1920) empezó a destacar en sus trabajos bajo las órdenes de John Randall. Más adelante, su trabajo fue adquiriendo relevancia al sugerir la forma de estructura helicoidal del ADN. Sus innovadores experimentos le llevaron a conseguir la famosa «Fotografía 51», donde se aprecia la doble hélice, lograda gracias a la difracción de rayos X lograda con un ingenioso experimento.

Así se escribió uno de los capítulos más injustos contra las mujeres científicas. Después de todo su esfuerzo, de sobreponerse a los que no la permitían luchar en igualdad de condiciones, de morir en el laboratorio a consecuencia de un cáncer provocado por la radiación a la que se veía expuesta durante sus largas jornadas; pese a todo tuvo que ver cómo el reconocimiento pasaba de lado ignorándola.

FERNANDO MUÑOZ - abc

lunes, 10 de junio de 2013

Las Leyes de Indias y la Leyenda Negra


Matrimonio de las casas de Loyola y Borja con los descendientes de los incas, s. XVIII 
Museo Pedro de Osma, Lima, Perú


 «Si en el siglo XVI los grabados de Theodore de Bry sirvieron para condenar como criminales de guerra a los descubridores y conquistadores españoles, en el siglo XX una nueva técnica de comunicación, el cine, sirvió para darles el título de héroes a los anglosajones que exterminaron a las poblaciones indias de América de Norte» 
Juan Sánchez Galera

«Y no consientan ni den lugar que los indios reciban agravio alguno en sus personas y sus bienes, mas manden que sean bien y justamente tratados, y si algún agravio han recibido, lo remedien»
Testamento de Isabel I De Castilla

Isabel la Católica fue la primera persona que se preocupó por los derechos de los indios: determinó que seguirían siendo los propietarios de las tierras que les pertenecían con anterioridad a la llegada de los españoles y, en el año 1500, dictó un decreto que prohibió la esclavitud.

En 1518 una ley establece «que sólo podrán ser encomendados aquellos indios que no tengan recursos suficientes para ganarse la vida, así como que en el momento en que fuesen capaces de valerse por sí mismos habrían de cesar» en este régimen.

La junta de la Universidad de Salamanca convocada por el emperador Carlos V en 1540 concluyó que «tanto el Rey, como gobernadores y encomenderos, habrían de observar un escrupuloso respeto a la libertad de conciencia de los indios, así como la prohibición expresa de cristianizarlos por la fuerza o en contra de su voluntad».

Con el tiempo se va formando un cuerpo de normas, las Leyes de Indias, que recogen, entre otros, los siguientes derechos para los indios: la prohibición de injuriarlos o maltratarlos, la obligación de pagarles salarios justos, su derecho al descanso dominical, la jornada laboral máxima de ocho horas y un grupo de normas protectoras de su salud, especialmente de la de mujeres y niños. Las Leyes de Indias supusieron el origen de lo que hoy conocemos como Derechos Humanos.

Isabel la Católica y el Emperador Carlos V promulgaron decretos que vedaban esa práctica y, si bien es cierto que Felipe II se deja presionar por los colonos del Caribe haciendo concesiones especiales para Puerto Rico y La Española, poco más tarde vuelve a dejar clara su repulsa hacia este tipo de institución, prohibiendo una vez más la esclavitud, e incluso haciendo extensiva dicha prohibición a la incipiente importación de esclavos negros.

En el Nuevo Mundo se fusionaron las culturas europea e indígenas, en muchas ocasiones mediante matrimonios mixtos, dando lugar a una sociedad mestiza.

Por su parte, los colonos anglosajones formaron comunidades donde regía una especie de apartheid que separaba a británicos de indígenas. No crearon nada, simplemente aniquilaron a los indios y sus culturas, para más tarde reocupar sus territorios.

Guillermo Llona
@abc


"De español y mestiza, castiza" 
Miguel Cabrera, 1763 - Museo de América, Madrid



Ellas también hicieron las Américas

Bernal Díaz del Castillo

domingo, 24 de marzo de 2013

Antonia Gutiérrez Bueno. Cuando leer era cosa de hombres

Hay que tener mucha seguridad para resistir las coacciones sin levantarse del asiento o para, una mañana o una tarde de enero de 1837, sentarse a escribir al ministro de la Gobernación para reclamar un imposible. Con su carta de 20 líneas, Antonia Gutiérrez Bueno, cuyo nombre nadie recuerda hoy, sepultó para siempre la discriminación de género que la Biblioteca Nacional (BNE) arrastraba desde su fundación en 1713.

“Siéndole difícil y aun imposible, a causa de sus circunstancias, procurarse los libros que necesita para continuar su obra, la que va recibiendo bastante aceptación del público”, solicitaba la escritora en la carta de 1837 al ministro, “un permiso para concurrir a la Biblioteca Nacional”.



Cuando se sentó a escribir su carta, Antonia Gutiérrez Bueno (Madrid, 1781-1874) tenía 56 años, un hijo diplomático y dos obras impresas. En 1835 había publicado el primer volumen de un Diccionario histórico y biográfico de mugeres (sic) célebres y antes, en 1832, un librito con artículos que ella había traducido del francés sobre “el cólera-morbo”. Ambos libros delatan aspectos de su autora: la ambición intelectual y el interés por la salud pública, sin duda un tanto extravagantes a ojos de otras mujeres decimonónicas.

Había vivido en París —quizás el Nueva York de la época— hasta la muerte de su marido, Antonio Arnau, y había crecido en una casa con libros, diccionarios y gramáticas en distintas lenguas, tratados científicos y piano. Antonia fue la tercera hija de Mariana Ahoiz y Navarro y Pedro Gutiérrez Bueno, un ilustrado que acabaría siendo boticario mayor del rey y que acostumbró a sus hijas a pensar más allá de los muros domésticos. “El padre fue un importante hombre de ciencia y Antonia tuvo acceso a una formación no habitual”, señala Gema Hernández Carralón, jefa del Museo de la BNE y rastreadora de las huellas de la primera investigadora que puso sus pies en la institución. “Fue amigo de Moratín, que le llamaba Petrus Bonus y que apodó Toinette a Antonia”.

La celeridad de la respuesta a su petición no deja de sorprender. Un mes después se había cambiado la historia, tal vez propiciada por la inusual circunstancia de que España estaba gobernada por otra mujer, la reina regente María Cristina, quien ordenó que le autorizasen la entrada y la consulta de libros. A ella y a todas las mujeres deseosas de acceder a un espacio donde, entonces, se custodiaba todo el conocimiento del mundo. “Esta mitad del pueblo tiene todavía en España conventos donde encerrarse y no bibliotecas donde instruirse”, censuró a propósito del veto machista un consejero de la reina, al tiempo que animaba a María Cristina a desterrar “ese precepto bárbaro” y abrir todas las bibliotecas públicas a las mujeres.

Y fue entonces cuando el director de la Biblioteca Nacional, José María Patiño, que había canalizado sin remilgos la petición de Antonia Gutiérrez, se encogió con desagrado y contraatacó con un escrito, dirigido al secretario de Estado de la Gobernación, repleto de pegas (la sala no resultaría suficiente “si llegasen a exceder del número de cinco o seis las mujeres que pretendiesen aprovecharse de este beneficio”) y reproches (en el último año no había recibido “un solo maravedí”). Una sala de mujeres dispararía los gastos de mobiliario y personal: “Sería preciso comprar mesas, un brasero, escribanías y lo necesario para que las señoras concurrentes estuviesen con la decencia que corresponde”. En definitiva, pide al secretario que “incline el real ánimo de Su Majestad” para que limite la autorización a la solicitante o bien que dote la medida de presupuesto.

A la reina no debió gustarle el tono, porque en el siguiente despacho reiteró que admitiesen cuantas mujeres lo solicitasen, “y en el caso de que afortunadamente el número de estas exceda de cinco o seis, lo haga usted presente, manifestando el aumento de gasto que sea indispensable”.

En el expediente que se conserva en el archivo de la biblioteca no figura el histórico día en que Antonia entró finalmente en una biblioteca donde antes que ella había ingresado su obra, se sentó en una sala separada de los lectores masculinos y reclamó todos aquellos libros que siempre había deseado consultar.

Hay que tener una gran confianza para sentarse a un escritorio y, en 20 líneas, pedir la luna. Lo nimio —un agente subversivo, bien usado— está minusvalorado.
TEREIXA CONSTENLA @elpaís

viernes, 8 de marzo de 2013

Día Internacional de la Mujer

La conmemoración del Día Internacional de la Mujer hunde sus raíces en una tragedia acaecida en Nueva York el 25 de marzo de 1911. La fábrica de camisas Triangle Shirtwaist ardió en la madrugada con centenares de mujeres que trabajaban en el interior de aquel edificio de diez plantas y que no pudieron escapar de las llamas porque los propietarios habían bloqueado todos los accesos para evitar robos en su interior.

La dramática escena en el corazón de Manhattan conmocionó a la opinión pública. 146 mujeres murieron. Al no encontrar otra vía de escape, muchas de las trabajadoras saltaron por las ventanas del edificio resultando gravemente heridas en la caída y produciendo escenas que ABC describió a sus lectores de la época.






La mayoría de las víctimas eran jóvenes inmigrantes, de origen judío e italiano, que se ganaban precariamente la vida en el taller textil de la firma. Su sacrificio no fue en vano. Tras la tragedia, las leyes estadounidenses comenzaron a recoger mejoras en la seguridad en el trabajo en el sector industrial y el incendio de la fábrica sirvió de aldabonazo para la causa de las mujeres trabajadoras y del internacionalismo obrero en general en todo el mundo.

Poco después del suceso, se creaba en Sindicato internacional de mujeres trabajadoras textiles. En paralelo, las iniciativas nacidas en el seno de la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas germinaban en la proclamación de un día para el reconocimiento de los derechos de las mujeres trabajadoras, colectivo que, merced a su movilización, se iba liberando del prisma patriarcal bajo el que era percibido por parte de los dirigentes del movimiento obrero y clamaba, no solo por las mejoras sociales, sino también por la conquista del derecho al sufragio.

En 1977 la Organización de Naciones Unidas convirtió la jornada del 8 de marzo como el Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional.
ABC - Madrid



Mujeres artistas, las "olvidadas"

Un siglo de mujeres en la Universidad


martes, 5 de febrero de 2013

¿Arte rupestre neandertal?

Una nueva datación, llevada a cabo con la técnica uranio-torio en 50 pinturas de once cuevas españolas, ha revelado que esa forma de arte primitivo es por lo menos 10.000 años más antigua de lo que se creía y procede, por lo tanto, de una época en la que los primeros Homo sapiens aún no habían llegado, o estaban llegando, a Europa. El estudio ha merecido esta semana la portada de la revista Science.





Así, por ejemplo, los investigadores han determinado que las siluetas de manos que hay impresas en los muros de la cueva de El Castillo tienen, por lo menos, 40.800 años, lo que las convierte en las pinturas rupestres más antiguas de toda Europa, entre 5.000 y 10.000 años más antiguas que las que hay en Francia. Más ejemplos: algunos de los símbolos de la famosa cámara policromada de Altamira tienen por lo menos 35.600 años de antiguedad. Es decir, 10.000 años más de lo que se pensaba. Altamira, además, fue periódicamente ocupada (y pintada) en un número indeterminado de ocasiones a lo largo de un periodo que abarca por lo menos 20.000 años.

Parece que las primeras cuevas decoradas están en Europa. Un argumento para apoyar este desarrollo es que la competencia por los recursos con los neandertales causó un incremento en la capacidad de innovación cultural de los primeros grupos de humanos modernos, algo que necesitaban para sobrevivir. La otra posibilidad es que el arte rupestre empezara antes de la llegada de los humanos modernos, y que sus autores fueran los neandertales. Lo que sería un hallazgo fantástico y supondría, además, que las famosas siluetas de manos en las paredes de las cuevas eran, en realidad, una firma neandertal.

Según Joao Zihao, coautor del trabajo, «uno de los mayores problemas es que sabemos muy poco sobre la cronología del arte rupestre europeo. No sabemos si llegó (a Europa) junto a los primeros humanos modernos (Homo sapiens, nuestra especie). No sabemos si ya estaba allí antes de que ellos llegaran».

Por eso, y dado que los métodos tradicionales de datación (como el radiocarbono), no funcionan en los pigmentos de las pinturas, en los que no hay elementos orgánicos, el equipo dirigido por Pike decidió datar las pequeñas incrustaciones calcáreas que se han ido formando con el tiempo sobre las propias pinturas. «Estas incrustaciones -explica Pike- se han formado por el mismo proceso que da lugar a las estalactitas y estalagmitas de las cuevas. E incorporan pequeñas concentraciones de uranio radiactivo que se van descomponiendo en torio a un ritmo constante. Midiendo la cantidad de torio presente, podemos saber con precisión la edad de las incrustaciones. Y dado que éstas se forman sobre las pinturas y que, en ocasiones, las propias pinturas están realizadas sobre esta clase de incrustaciones (grandes estalagmitas), podemos obtener una edad mínima y una máxima para las pinturas».

La cuestión no es menor, ya que la capacidad de los humanos primitivos para crear arte se considera como un hito de la máxima importancia para la evolución de la cognición y la conducta simbólica, algo que está íntimamente relacionado con el desarrollo del lenguaje y nuestra capacidad de formar y vivir en sociedades complejas. Por no hablar, claro, de que hasta hace poco se pensaba que los neandertales carecían de esa conducta simbólica y que por eso sucumbieron sin remedio ante la llegada de los primeros Homo sapiens, nuestros antepasados, que gracias a su mayor capacidad intelectual terminaron por dominar por completo el continente europeo.
JOSÉ MANUEL NIEVES, 14/6/2012 @ABC 


La doble extinción de los Neandertales



miércoles, 23 de enero de 2013

Alonso Mudarra


Guadalajara 1510 - Sevilla 1580


miércoles, 2 de enero de 2013

Sobre los ángeles

Os han quitado los vestidos blancos,
Las alas y hasta la existencia,
Y yo sin embargo os creo,
Oh mensajeros.

Donde está volteado al revés el mundo,
La pesada tela bordada con estrellas y animales, 
Os paseáis contemplando puntadas verídicas.

Corta es vuestra parada aquí,
Tal vez al tiempo del alba, si está claro el cielo,
En la melodía repetida por un pájaro,
O en el olor de las manzanas al anochecer
Cuando la luz hechiza los jardines.

Dicen que alguien os ha inventado
Pero esto a mí no me convence
Porque los hombres se han inventado también a sí mismos.

La voz, quizás ésta sea una prueba,
Porque pertenece a los seres indudablemente claros,
Ligeros, alados (¿y por qué no?),
Ceñidos con el relámpago.

Escuché esta voz muchas veces en el sueño
Y, lo que es más extraño, entendía más o menos
La orden, el llamamiento en la lengua sobreterrestre:

al instante el día
uno más
haz lo que puedes.



Czeslaw Milosz

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