martes, 29 de abril de 2014

Chicago


By Surfjan Stevens


 




I fell in love again
all things go, all things go
drove to Chicago
all things know, all things know
we sold our clothes to the state
I don't mind, I don't mind
I made a lot of mistakes
in my mind, in my mind

you came to take us
all things go, all things go
to recreate us
all things grow, all things grow
we had our mindset
all things know, all things know
you had to find it
all things go, all things go

I drove to New York
in the van, with my friend
we slept in parking lots
I don't mind, I don't mind
I was in love with the place 
in my mind, in my mind
I made a lot of mistakes
in my mind, in my mind

if I was crying 
in the van, with my friend
it was for freedom 
from myself and from the land 
I made a lot of mistakes

http://sufjan.com/

lunes, 14 de abril de 2014

Maestros y República


Rodolfo Llopis, director general de Primera Enseñanza entre 1931 y 1933, puso en marcha una ambiciosa reforma de la formación docente que pretendía alejar a los mediocres del Magisterio y dotar a la recién nacida República de la mejor generación de maestros que había conocido España.



Se endureció el acceso a la carrera, exigiendo el bachillerato a todo aquel que pretendiera ingresar en las Escuelas Normales para preparar el Magisterio. La profesión la constituían entonces destartaladas filas reclutadas de las clases más humildes, con escasa formación cultural y nulas nociones pedagógicas. Eso iba a acabar. Completado el bachillerato, los aspirantes pasarían una exigente prueba de selección para entrar en las Escuelas Normales. Una vez dentro, los aspirantes -hombres y mujeres por primera vez juntos- pasarían tres años de formación más uno de prácticas, pagadas, en las escuelas. Los inspectores y los profesores de la Normal tutelaban el aprendizaje y componían los tribunales. Sin oposiciones, los estudiantes que pasaran con éxito esa etapa eran ya maestros funcionarios.

El 18 de julio de 1936 sorprendió a los maestros españoles de vacaciones. Entonces no sabían que aquella fecha daba inicio a la más penosa etapa que iban a vivir los docentes en España. Tanto, que algunos historiadores no dudan cuando dicen que fue el colectivo más castigado por la represión franquista. Se les consideraba responsables de haber inoculado en la sociedad y en las mentes juveniles el virus republicano. Los maestros estaban muy posicionados políticamente, eran progresistas y de talante reivindicativo. Hay otras razones. La segunda, de carácter preventivo. Si no se acababa de raíz con aquellos maestros de espíritu republicano, al nuevo régimen se le iría de las manos la política nacionalcatolicista que pretendía imponer. Y una tercera: sencillamente había que aplicar un castigo ejemplarizante a los intelectuales en general, que quitara las ganas a cualquier otro de repetir aquel modelo de vida.


Bernardo Pérez, uno de los maestros fusilados en la Guerra Civil, en su escuela de Fuentesaúco (Zamora)


En una primera fase, recién declarada la guerra, son los militares quienes se encargan de peinar pueblos y ciudades en busca de maestros republicanos. A partir de noviembre del 36 la depuración se burocratiza. Se crean comisiones provinciales y se les exige a todos los maestros, a todos, que soliciten su propia depuración como condición para seguir ejerciendo. Después, la comisión les devolvería el expediente, favorable para seguir dando clase, o rechazado y a la calle. Muchos optaron por ir al frente.

Los maestros, muchos de ellos católicos, fueron víctimas de acusaciones y bulos de carácter religioso. Era sencillo. La República puso las bases de lo que iba a ser la escuela laica, de pensamiento libre, y mandó sacar de las aulas los crucifijos que las presidían. Los maestros, en su intachable comportamiento de funcionarios, descolgaron las cruces. Ese fue el pecado que se convirtió en delito. Después llegó el silencio y el miedo.


Severiano Núñez, con gafas, el maestro fusilado en Plasencia, junto a su colega y los niños de la escuela


Tampoco la universidad se libró. El "atroz desmoche" despojó a muchos de su trabajo para colocar en sus puestos a los afectos y ascender en el escalafón académico. Fueron  fusilados, por ejemplo, el rector de Oviedo, hijo de Leopoldo Alas, o el rector de Granada, discípulo predilecto de Unamuno.

Rodolfo Llopis, La Revolución en la escuela
Francisco Morente Valero, La Depuración del Magisterio Nacional
Francisco de Luis Martín, La FETE en la Guerra Civil española


El público prefiere...