domingo, 23 de agosto de 2015

La Nueve






El miércoles 3 de junio, los Reyes de España y la alcaldesa Anne Hidalgo descubrieron en el Ayuntamiento de París una placa por la que el jardín de la imponente casa consistorial llevará el nombre de La Nueve, la heroica compañía de la división Lecrec integrada casi exclusivamente por republicanos españoles —146 de 160 hombres— que el 24 de agosto de 1944 fueron los primeros en llegar para liberar París. El texto de la placa es:
 
"Jardín de los Combatientes de La Nueve,
liberadores españoles de la Villa de París
el 25 de agosto de 1944"
 
 
La historia no ha hecho justicia con ese grupo de valientes españoles. Fueron olvidados durante décadas. No solo por la dictadura española, sino también por Francia. Solo hace unos años empezaron a ser reconocidos algunos de los pocos supervivientes. Hoy solo sobreviven dos: Luis Royo y Rafael Gómez.
 
 
 
 
 
 
 
 
El 24 de agosto de 1944, el teniente Amado Granell fue el primer oficial del Ejército francés en llegar al Ayuntamiento de París para liberarla del dominio de las tropas alemanas.
 
Aunque la instrucción de los aliados dictaba rodear París, Leclerc, por orden de De Gaulle, decidió obviarla y asignar en su lugar la entrada en la capital a una de sus secciones de soldados españoles, cuyos carros de combate, que llevaban por nombre las principales victorias republicanas en la guerra civil española, acababan de derrotar a los alemanes en la población cercana de Longjumeau. El teniente Granell, al mando de la unidad, recibió la consigna de estudiar la posición germana en la ciudad sin otra orden que la de avanzar.

Acostumbrado a estar siempre en la primera línea, Granell no se limitó a inspeccionar la situación del ejército alemán en París, cuyo despliegue superaba los 12.000 soldados. Al atardecer del 24 de agosto, desde la Puerta de Italia, su centenar de hombres se adentró en la capital con la decisión de liberarla, sin mapas y con carros Sherman y half-tracks, orientados hasta el Ayuntamiento por una guía Michelin y la ayuda espontánea de un ciudadano. En un trayecto que no levantó violencia ni oposición, La Nueve fue recibida por una marea humana enloquecida de emoción al ver a sus salvadores.
KRISTIN SULENG








 El día 25, el diario Libération abre en primera con una gran foto del interior del Ayuntamiento, en la que se ve a Amado Granell con el líder de la resistencia parisina. El nombre de Granell no es mencionado, nada se dice sobre los españoles; el periódico habla de "soldados americanos". La torpeza de los periodistas no es sorprendente, ni antes ni ahora, pero lo que vino después estuvo bien pergeñado.

De Gaulle sabía lo que tenía que decir cuando lanzó su famosa proclama: "París, ultrajada, París, rota, París, martirizada, pero París liberada. Liberada por ella misma, liberada por su pueblo con el concurso de los ejércitos de Francia, con el apoyo y la contribución de Francia entera. Es decir, de la única Francia, de la verdadera Francia, de la Francia eterna". LUIS RIVAS


La bandera de Annecy

Argelès-sur-Mer in memoriam

sábado, 1 de agosto de 2015

Chauvet

 

La Cueva de los Sueños Olvidados - así la llamó el cineasta Werner Herzog en el documental que le dedicó - es la catedral francesa del arte rupestre.

La gruta, bautizada como cueva de Chauvet en honor a su descubridor, es un lugar absolutamente excepcional. No es sólo que albergue algunas de las pinturas rupestres más antiguas del mundo o éstas se encuentren en un increíble estado de conservación. Es que además la cantidad de dibujos que encierra es inmensa: nada menos que un millar, de las cuales 425 son figuras de animales. El bestiario representado incluye 14 especies animales diferentes, desde osos, rinocerontes, mamuts, bisontes o panteras hasta búhos. Por no hablar de su indudable calidad artística.









La cueva originalmente estaba habitada por osos de las cavernas (Ursus spelaeus), una especie de enorme tamaño que se extinguió hace 28.000 años.

Hace 36.000 años no existía el maravilloso bosque mediterráneo que ahora inunda de verde toda la zona. En aquel entonces reinaba la era glacial y el paisaje era desolador. Apenas había árboles, lo que más abundaba eran los hierbajos. Y aunque no había hielo, hacía un frío atroz: en invierno la temperatura rondaba los 20 grados bajo cero.

Los científicos creen que aquellos sapiens eligieron esta cueva para realizar sus pinturas por dos motivos: su proximidad a esa increíble obra de arte de la naturaleza que es el Pont d'Arc (un majestuoso puente natural de 54 metros de altura sobre el río Ardèche) y porque había sido una cueva de osos.





 
 
 
 
 




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