"Italia es un país ridículo y siniestro". En septiembre de 1975 Pier Paolo Pasolini escribió estas palabras. "Sus hombres de poder son máscaras cómicas vagamente manchadas de sangre. Pero los ciudadanos italianos no les van a la zaga". Pasolini, considerado entre sus compatriotas, hasta en ciertos círculos de la izquierda, como un intelectual desagradable por el descarnado pesimismo de sus opiniones, señalaba dos culpables, la escuela y la televisión, cómplices en la transmisión de una ideología del hedonismo carente de valores humanos y humanistas.
Es la magia de la televisión. Cuando la trivial escenificación del canibalismo deje de ser un ameno pasatiempo para disfrutar en familia, tal vez sus estrellas se hayan trasladado a los escaños del Congreso, y habrá quien diga que es pura democracia. Conviene prepararse para lo peor, leer a Pasolini.
ALMUDENA GRANDES
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