martes, 14 de septiembre de 2010

Un siglo de mujeres en la Universidad





Catalina Lara
Hace 100 años, el comienzo del curso 1910-11 iniciaba una era en España: la del libre acceso de las mujeres a la Universidad. Se ponía en práctica así lo legislado en una Real Orden de marzo de ese año liberando a las mujeres de la necesidad de contar con los permisos del padre y de la autoridad académica correspondiente para poder cursar estudios secundarios y universitarios.







Desde prácticamente mediados del siglo XIX, algunos sectores de la sociedad habían intentado de forma directa o indirecta que mujeres extraordinarias de su familia pudiesen recibir enseñanzas universitarias. Algunos destacados educadores como Fernando de Castro, rector de la Universidad Central de Madrid y fundador de la Asociación para la Enseñanza de la Mujer y la Escuela de Institutrices, o Francisco Giner de los Ríos, fundador de la Institución Libre de Enseñanza, entre otros, habían apostado abiertamente por la educación de las mujeres como factor de desarrollo de España.






Francisco Giner de los Ríos




No lo tuvieron fácil. Pero se dio aquí un hecho diferencial respecto a otros países europeos en la lucha por los derechos de las mujeres: junto a señoras de la enorme talla intelectual de Concepción Arenal y Emilia Pardo Bazán, por citar solo dos, estuvieron en primera fila señores comprometidos y valientes que luchaban no solo por la justicia de la idea, sino también por los derechos de sus propias hijas, esposas o hermanas.




Concepción Arenal


Emilia Pardo Bazán

Un refuerzo importante en aquel impulso de educar a las mujeres vino de Estados Unidos con Alice Gordon Gulick y su International Institute for Girls in Spain, establecido en Santander y San Sebastián y posteriormente en Madrid. En este centro, profesoras americanas educadas en los colleges femeninos de Massachusetts empezaron a instruir con métodos didácticos americanos a jóvenes españolas que después se examinaban por libre en nuestros institutos y universidades, al tiempo que proporcionaban modelos femeninos inéditos en la sociedad española: mujeres cultas, profesionales, elegantes, inteligentes e independientes.

La colaboración entre el Instituto Internacional y la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (la JAE), creada en 1907 y dirigida de facto por José Castillejo, daría como resultado la posibilidad de que muchas de las escasas universitarias españolas pudiesen trasladarse como becarias de la JAE a universidades norteamericanas, en programas de intercambio, para ampliar su formación académica, educativa y social, y cristalizaría en 1915 en la Residencia de Señoritas de Madrid, que alojaba estudiantes de toda España, y de su Laboratorio Foster de Química, donde se impartían cursos prácticos reconocidos por las Facultades de Ciencias y Farmacia.





José Castillejo


Castillejo tuvo mucho que ver en aquella Real Orden de 1910. También Julio Burell, ministro de Instrucción Pública unos meses después, que en septiembre de ese año promulgó otra Real Orden que disponía que "la posesión de los diversos títulos académicos habilitará a la mujer para el ejercicio de cuantas profesiones tengan relación con el Ministerio de Instrucción Pública", incluyendo explícitamente la posibilidad de opositar a cátedras. Él también estaba comprometido con la educación de las mujeres. Su hija Consuelo estudiaba en el Instituto-Escuela de la Institución Libre de Enseñanza y pudo cursar una licenciatura. Años después llegaría, como catedrática de Lengua y Literatura, al Instituto de Las Palmas y tendría como alumna a una chica deportista y rebelde, Carmen Laforet, a quien las enseñanzas de Consuelo y su forma de estar en el mundo la hicieron sentir por ella una viva amistad que se mantuvo casi hasta la muerte de Consuelo. Al terminar la guerra, una jovencísima Laforet se trasladó a Barcelona donde escribiría su extraordinaria primera novela Nada. Las semillas germinaron y fructificaron, en este y otros muchos campos, aun después de haber arrasado con todo aquello la Guerra Civil.




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