Estamos a finales del siglo XVIII. Las dinastías borbónicas han salido tocadas de la Guerra de los Siete Años. Para recuperar Manila y La Habana, España ha perdido la Florida y debe reforzar su posición frente a Londres. Las potencias viven entonces una década de pura guerra de información, espías y ayudas veladas. Enviados desde Madrid y las colonias, unos 3 billones de dólares en plata española, al cambio actual, financian la independencia de EE.UU., ayuda que nunca se devolvió y sin la cual el nuevo Estado habría quebrado, según el estudio jurídico de José María Lancho, adelantado en estas páginas.
La Guerra de Independencia estalla. En casa de George Washington fallece uno de los enviados españoles, Juan Miralles. La herencia hispana corre tanto por la plata como por la pólvora. Gálvez toma Pensacola y recupera Florida, distrayendo el esfuerzo bélico inglés. Solano y Bote gana con su providencial ayuda el título de Marqués del Socorro.
Retrato de José Solano y Bote en Florida (Museo Naval de Madrid)
Gran Bretaña quiere pagarnos con la misma moneda. Carmichael informa al Congreso en noviembre de 1781 de un agente inglés quien, bajo el nombre de Comodoro Johnson, pretendía obtener permiso del embajador portugués para poder desplazarse al Brasil. De allí iría a Caracas. Habla de la situacion de revuelta en Perú y su extensión a México. Y dice que reducirá la capacidad financiera de España en la guerra.
Los cables hispanos de la independencia de EE.UU.
JESÚS GARCÍA CALERO /ABC MADRID
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