sábado, 15 de enero de 2011

Historia del traje



Desde que George 'Beau' Brummell lo diseñara, tal y como lo conocemos, el clásico dos piezas se mantiene casi idéntico. La chaqueta sigue los mismos patrones: cruzadas, con botones, entalladas... Al igual que ocurre con los pantalones, más anchos o más estrechos, pero que se mantienen en lo esencial. Quizás sea la corbata (que sustituyó a los pañuelos de seda anudados al cuellos) el único avance novedoso.







La prenda nació como consecuencia de la revolución y la guerra. El traje, de hecho, todavía lleva las marcas de ese pasado turbulento así como de la influencia de las actividades deportivas e, incluso, del tono dandi que ofrecía a los señores británicos de la época. El traje actual, el de dos piezas creado por Brummell, está "basado en un uniforme de colegio masculino".

Brummel se hizo íntimo del entonces príncipe regente que luego subiría al trono con el nombre de Jorge IV. Brummell, que viajaba para comprar los uniformes del regimiento del príncipe regente -y amigo- pudo tener un contacto cercano con los mejores sastres de Londres y, así, comenzar a desarrollar sus ideas, a confeccionarlas.

La entonces emergente clase de negocios comenzó a adoptar la prenda como propia, pero también los aristócratas, que lo utilizaban como ropa de recreo los días que pasaban fuera de la corte, lo hicieron suyo. La sobriedad, la simplicidad de sus líneas, la variedad de colores que se podían utilizar (azul, gris, beige...) chocaba con el vestir del caballero inglés de la generación anterior: chaqueta oscura, pantalones y botas de montar.

Fue la expansión industrial inglesa la encargada de llevar esta prenda al viejo continente, en un principio, y poco después de popularizarla en todo el mundo. De hecho, en opinión de García-Calvo es un inglés el que mejor ha sabido llevar un traje masculino: Eduardo VIII de Gran Bretaña, quien fuera Duque de Windsor.







Conforme avanzaba el siglo XIX la demanda de trajes, por parte del sector empresarial estadounidense, fue en aumento, ya no solo por su relativa informalidad sino también por su herencia deportiva y la imagen moderna y eficiente que concedía. Ahora, por el contrario, hay muchas compañías, como las asentadas en Silicon Valley (Facebook, Google, Apple...) que han rechazado esta prenda de vestir en sus sedes como símbolo de desenfado.








Su Majestad el traje
Paula Juan

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