JESÚS RUIZ MANTILLA - Madrid - 17/03/2010
En estos tiempos de desprecio al sano relativismo por parte de las cavernas, se impone la paradójica búsqueda de la verdad que perseguía Camus. "Una de las claves de su pensamiento era no aceptar la humillación, no someterse a ese absolutismo, a ese fanatismo", comentaba ayer Jean Daniel. "La tragedia, para él, no procedía de la miseria, sino de la humillación, de esa enajenación".
La humillación podía venir de la pobreza, de la desigualdad, de la injusticia social. Pero también podía ser personal, como el desprecio que él sufrió por parte de Jean-Paul Sartre: "Fue algo doloroso". Algo que unido a otros factores le hizo pensar en una época, según Daniel, en el suicidio. "Muchos factores le condujeron a eso. Los restos de una tuberculosis que le afectó mucho. Una crisis conyugal que originó su pasión irrefrenable por María Casares...". Pero llegó el Nobel al rescate, un reconocimiento que a su adversario Sartre le hizo exclamar: "Peor para él, es un premio burgués".
Sin embargo, Daniel cree que Francia no ha rendido todavía suficiente cuenta a Camus. "Por eso hay que estar en permanente guardia con su lectura y su interpretación", asegura. Con pistas que nos ayudan a ver en La peste la negación de un Dios que permite la muerte de niños inocentes y en toda su obra "una pasión por la rebeldía, la justicia, la negación de los totalitarismos fueran del signo que fueran o la encarnación del mal absoluto que para él fue el Holocausto", comentó Daniel.
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