martes, 1 de marzo de 2011

Morris Goodman, el científico que descubrió que somos simios



En el año 1962, hace casi medio siglo, se celebró en un castillo austriaco una reunión científica sobre evolución y clasificación humana que resultó, con el paso del tiempo, histórica. Tres trabajos de investigación independientes demostraban el gran parentesco evolutivo entre los chimpancés, los gorilas y la especie humana. Ninguno de sus autores era paleontólogo, sino que todos trataban con especies vivas. Un estudio cotejaba cromosomas, otro hemoglobinas y el de Morris Goodman, proteínas de la sangre. Pero Goodman tiene la prioridad porque había dado a conocer sus resultados un año antes.

El máximo especialista que ha habido nunca en primates, el suizo Adolph H. Schultz, estaba presente en la reunión y se negó a aceptar las revolucionarias propuestas de Goodman y de los otros.











Y es que antes de esos descubrimientos moleculares y citogenéticos se pensaba que los grandes simios (chimpancés, gorilas y orangutanes) formaban un grupo evolutivo propio (el de los póngidos) y que los humanos pertenecíamos a otro (el de los homínidos). El antepasado común del grupo de los grandes simios y del ser humano tenía que ser muy antiguo. Eso nos distanciaba de los antropomorfos, que aparecían como parientes lejanos. Muchos se sentían así tranquilizados. Pero los nuevos hallazgos de laboratorio que se presentaron en la reunión del año 1962 indicaban que, por el contrario, nosotros pertenecemos de lleno al grupo de los grandes simios africanos. Somos simios africanos.

En otras palabras, los humanos estamos más emparentados con chimpancés y gorilas de lo que estos lo están con los orangutanes asiáticos.
JUAN LUIS ARSUAGA


Australopithecus

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