miércoles, 25 de agosto de 2010

Agosto, Augusto

"Tanto embelleció la urbe, que (…)
se vanaglorió de dejar una urbe de mármol
cuando la había encontrado de ladrillos”.
Suetonio, Augusto










Ésta es una representación oficial de Octavio Augusto. Se denomina Augusto de Prima Porta, por haber sido encontrada en esa villa imperial romana, y se conserva en los Museos Vaticanos. Octavio aparece vestido con atuendo militar y la toga caída sobre su cadera, que deja ver su coraza, decorada con escenas que hacen referencia a su ascenso al poder. Se cree que es una copia en mármol realizada a partir de un perdido original de bronce, tras su muerte el año 14 d. C., y por este motivo el emperador aparecería descalzo (un espíritu no necesita calzado).












El Orador









El Doríforo











La imagen recibe influencias, por una parte, del Orador, un bronce de época republicana de autor desconocido, y por otra, del Doríforo (portador de lanza) de Policleto, en cuanto a la postura adoptada: una actitud típica de la escultura clásica griega llamada contraposto, que crea líneas de tensión diagonales entre las extremidades tensas y relajadas.























Esta otra imagen oficial representa a Augusto como Pontifex Maximus, como indican los pliegues de la toga sobre su cabeza. Se trata de un original fechado sobre el año 20 a. C. y conservado en el Museo Nazionale Romano. Este título, originario de la época monárquica, suponía la jefatura del Colegio de Pontífices, siendo el rango más alto en la religión romana; fue Octavio quien lo asoció a la dignidad imperial.

En las representaciones el rostro del emperador se ha idealizado.










La victoria de Octavio sobre Marco Antonio y Cleopatra en la batalla de Accio, en el 31 a. C., supuso el fin de la República Romana y del mundo helenístico. Se iniciaba en Roma un largo período de paz sin precedentes, la Pax Augustea. Como el mismo Octavio indica en su testamento espiritual, que fue grabado en tablas de bronce y expuesto a la entrada de su tumba, “Toda Italia me reclama como comandante”.

Octavio se apoyó en lo que podrían llamarse “clases medias”, es decir, las clases sociales que estaban fuera de la política, a la que sólo podían acceder los caballeros importantes, y que habían sufrido con mayor intensidad los ochenta años de guerras civiles que ensangrentaron la península Itálica. En el año 27 a. C. Octavio declaró ante el Senado su renuncia a los poderes extraordinarios de que había gozado, pero la restaurada República ya no tenía el poder, que a partir de ahora estará en manos del ejército, del que Octavio es comandante en jefe, asumiendo el título de Augusto. El sistema imperial romano se convierte de esta forma en una autocracia militar.

La prosperidad que proporcionó este período de paz permitió a Augusto acometer un vasto programa de construcción que era en realidad la continuación de lo planeado por Julio César. El programa se orientaba a la complacencia de las mencionadas “clases medias”, esencialmente tradicionalistas y reaccionarias. La clase senatorial era, en general, culta y agnóstica, mientras que las clases bajas buscaban consuelo en las religiones orientales. Los planes de César y de Augusto estuvieron en gran parte encaminados a la rehabilitación arqueológica de viejos cultos olvidados y de cargos privados de función. Entre otras obras, se construyeron la Curia, el Lupercal, el pulvinar (*) del Circo Máximo y el pórtico de Octavio, además de los templos de Apolo, Julio, Júpiter Feretrio, Júpiter Tonante, Quirino, Minerva, Juno Reina, Júpiter Libertad, Lares, Penates, Juventas y Magna Mater. La restauración material fue acompañada de una “restauración moral” de la sociedad, que se procuró mediante leyes demográficas y contra el lujo.



(*) Pulvinar: Palco del emperador.



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