En la pedagogía tradicional el esfuerzo está asociado al dolor, al malestar, y a la idea de que adquirir conocimiento tiene que ver con la ansiedad, el miedo o la evaluación.
Los colegios son el primer freno con el que se encuentran los niños. Los programas educativos priman materias como las matemáticas y arrinconan las más artísticas como la música o el dibujo, bajo el pretexto de que no son útiles a la hora de encontrar un empleo. La escuela mata la creatividad.
Las profesoras universitarias María Acaso y Clara Megías han desarrollado una nueva metodología para darle la vuelta a la forma de dar clase.
Su propuesta es incorporar el arte en la educación para generar placer y de esa forma conseguir que el esfuerzo y la constancia aparezcan de forma automática.
Su método, al que han llamado Art Thinking, tiene como base los descubrimientos de la neuroeducación, que estudia cómo aprende el cerebro, y cuyo principal hallazgo es que para que se produzca el aprendizaje es necesario encender una emoción, despertar la curiosidad del estudiante. Para ello, su metodología se inspira en los procesos de creación de arte.
En su libro, las dos profesoras desarrollan los cuatro puntos clave de esa nueva metodología: pensamiento divergente, incorporación del placer, alumnos y profesores como productores de contenidos y trabajo colaborativo y por proyectos.
Investigar y analizar por uno mismo. Cuestionar lo que se da como cierto. Eso es lo que hace el arte.