sábado, 22 de septiembre de 2018

Biología evolutiva

¿Te has parado alguna vez a pensar por qué tienes una cabeza? Parece que tener una cabeza es un prerrequisito si eres algún tipo de vertebrado: un pez, un anfibio, un reptil, un ave o un mamífero. También tienen cabeza muchos invertebrados, pero algunos no. Para responder a la pregunta ¿por qué tenemos cabeza?, nos resultará útil saber en qué momento nuestros antepasados desarrollaron este elemento anatómico”.

He aquí de nuevo el enfoque evolucionista de las cuestiones filosóficas más elementales.

Para producir un ser humano se ha tenido que dar tal concatenación de sucesos contingentes que la probabilidad combinada de todos ellos es ínfima. Alice Roberts repasa los más importantes con minuciosidad de anatomista.




Da igual lo bien adaptado que estés si te cae un meteorito encima”, escribe Roberts en referencia al asteroide Chicxulub que cayó hace 66 millones de años sobre la península del Yucatán y causó la extinción de los dinosaurios, dejando de paso la vía libre para la diversificación de los hasta entonces marginales mamíferos primitivos. “Si Chicxulub no hubiera chocado con la Tierra, es muy poco probable que hubieran aparecido humanos en el planeta. En todo caso, solo conocemos una historia de la vida en el universo, la de la Tierra, y en esas condiciones no hay manera de calcular la probabilidad de que haya ocurrido. Solo el tiempo dirá si la vida —y en particular la vida inteligente— es un suceso probable o si, como nos parece ahora, se trata casi de un milagro.


Cada parte de nuestro cuerpo tiene un origen evolutivo, o en realidad varios, en acumulación uno detrás de otro hasta generar un resultado de exquisita improbabilidad. El origen del cráneo y de los sentidos; la forma en que un grupo de arcos branquiales se transformó en la laringe y las articulaciones maxilares que hoy nos permiten hablar; la organización segmentada del cuerpo (como se revela en las vértebras y las costillas) y nuestra relación profunda con las moscas y demás insectos y artrópodos; el pulmón y el corazón, el tubo digestivo, los genitales, las extremidades y todo lo demás.

Todo ello permeado por una sensación reconfortante de improbabilidad.

Cueva de El Castillo en Puente Viesgo, Cantabria. Manos en negativo



El enigma sin resolver de lo que nos hace humanos. J. Sampedro @ELPAÍS

La increíble improbabilidad del ser. La evolución y cómo hemos llegado a ser humanos. Alice Roberts.

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