sábado, 10 de julio de 2010

El Estado impotente

Una avalancha de asuntos incontrolables a nivel nacional amenaza la estabilidad de los Estados. En los nichos escasa o nulamente controlados se cargan gigantescas bombas de relojería. El mercado de los derivados sigue valiendo hoy unos 600 billones de dólares. Diez veces el PIB anual del mundo entero. Más de 100 veces el presupuesto de EE UU. Disciplinarlo rigurosamente en una jurisdicción es inútil si en la de al lado no se hace lo mismo.









Un Estado, solo, no puede resolver ciertos problemas. El drama es que incluso los esfuerzos de grandes bloques regionales pueden ser tumbados por la laxitud o el legítimo interés contrapuesto de otros actores. La buena voluntad de UE en la cumbre contra el cambio climático no sirvió de nada por el rechazo a colaborar de otras potencias. En el G-20, el acuerdo de Europa y EE UU fue insuficiente para establecer impuestos al sector bancario.












En 1944-45, el mundo reaccionó al espanto de la II Guerra Mundial con un extraordinario florecer de instituciones internacionales concebidas para prevenir recaídas. La ONU, el FMI, el precursor del Banco Mundial fueron creados, entre otros organismos, en aquel entonces; el núcleo de lo que sería la UE nació poco después, sobre la base del mismo anhelo. Ese esfuerzo de arquitectura institucional reflejó nuevos equilibrios de poder y contribuyó decisivamente a que la segunda mitad del siglo XX fuese más pacífica y próspera que la primera.










Algo similar podría ser necesario de nuevo. Proyectos e ideas reformadoras abundan. Held, por ejemplo, propone la constitución de un Consejo de Seguridad para Asuntos Sociales y Económicos y apoya la iniciativa para la institución de una Asamblea Parlamentaria de la ONU. Lombardi insiste en la necesidad de reformar las instituciones existentes para que reflejen los nuevos equilibrios de poder, y de elevar sus credenciales democráticas aumentando la capacidad de escrutinio de sus actuaciones (la accountability).

Los proyectos abundan, en instituciones, think tanks, facultades. Las semillas de muchas ideas están siendo sembradas. ¿Tendrá que ser una vez más la violencia la que imponga su florecer?


ANDREA RIZZI 05/07/2010




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