martes, 9 de agosto de 2011

La Guerra del Euro

Los economistas dirán: "Los mercados son los mercados". Tienen su propia lógica especulativa e implacable.

No se trata de negar las dificultades objetivas: la de Grecia, por supuesto, y la de Italia, más política, que forma parte de los sobresaltos vinculados a la agonía de la era berlusconiana. No más de lo que hay que negar, o subestimar, el papel de las torpezas y las dilaciones de los mismos europeos y la evidente mala voluntad de la canciller alemana. "Nos está destrozando Europa", decía recientemente el viejo canciller Helmut Kohl, que sin embargo fue el padre político de Angela Merkel.

Las agencias apenas se han inmutado ante la amenaza de la quiebra estadounidense ni, aún menos, ante el mal acuerdo alcanzado por Barack Obama. Tienen la mirada fija en los miembros más débiles de la zona euro. Apenas firmado el acuerdo europeo del 21 de julio, se concentraron en el frente italiano. Y, desde la City de Londres, nos hacen saber que Bélgica estará pronto en la lista. Estamos avisados: los próximos movimientos del Banco Central, como los futuros acuerdos europeos, vendrán inevitablemente seguidos de otras ofensivas. Una tras otra, las fichas del dominó deben caer hasta que no quede ni una en pie. Lo que se persigue es ni más ni menos que la muerte de la zona euro.

En este punto, conviene recordar cómo era la relación EE UU-Japón y dólar-yen en la época de la presidencia de George Bush padre. El yen podía aparecer como la moneda más sólida, mientras que los gigantes japoneses multiplicaban las adquisiciones en EE UU. Estos últimos pusieron en marcha una política basada en un dólar débil y una semiguerra comercial que contribuyeron a debilitar la economía japonesa de forma duradera y a hacer desaparecer el yen de las pantallas de radar. Del mismo modo, lo que está en juego hoy en la relación Europa-EE UU es el hecho de que el euro constituye un tercio de las reservas de cambio mundiales y de que Europa es potencialmente una superpotencia económica frente a la cual EE UU ha puesto en marcha resueltamente una política basada en un dólar débil. Y, si seguimos sin tomar medidas, correremos la misma suerte que Japón. ¿Se trata de una lectura demasiado política?

Estas agencias funcionan un poco como la prensa anglosajona, de una calidad extraordinaria, pero nunca demasiado alejada de los intereses estratégicos de EE UU o Reino Unido. Históricamente, esos intereses siempre han sido promover en Europa una vasta zona de libre intercambio y, desde luego, no una unión política y monetaria integrada.

Si se quiere una lectura política, observemos lo que pasa en China. Pekín ha criticado vivamente las concesiones hechas por Obama al mismo tiempo que promueve su propia agencia de calificación, Dagong, que se ha apresurado a bajar la calificación de EE UU.

Lo que se está dirimiendo ante nuestros ojos es la posición relativa del dólar, el euro y el yuan en el siglo XXI. Nuestro problema es que los mecanismos europeos son infinitamente más complejos que los que prevalecen en EE UU y, evidentemente, en China.

JEAN-MARIE COLOMBANI
La guerra de las monedas




Londres, 7/8/2011




En este país tenemos un poderoso movimiento político que, ante los modestos esfuerzos para emplear los fondos de Medicare de forma más eficaz, clamaba que nos amenazaban "paneles de la muerte", y prefería arriesgarse a una catástrofe financiera antes que acceder siquiera a un céntimo de ingresos adicionales.

La verdadera incógnita a la que se enfrenta Estados Unidos, incluso en términos puramente fiscales, no es si recortaremos un billón aquí y allí de los déficits. Es si los extremistas que ahora bloquean cualquier clase de política responsable pueden ser derrotados y marginados.
PAUL KRUGMAN

Credibilidad, descaro y deuda


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