miércoles, 25 de mayo de 2011

Seguimos indignados









Los indignados se han etiquetado rápidamente con la épica revolucionaria, pero reclamaban eso tan reformista que la izquierda oficial ha soltado como si fuera un pesado lastre: el ideario socialdemócrata, según el cual el problema no es individual, sino colectivo; la política debe definir el marco jurídico, social y económico en que se desenvuelve la actividad del mercado y no a la inversa; y la función del Estado no es proporcionar a los banqueros los medios para hacerse más ricos, parafraseando a Keynes, sino impartir algo de justicia en las relaciones económicas.

La crisis encierra una de las contradicciones políticas más gloriosas de las últimas décadas. Una crisis provocada por la codicia financiera y la burbuja inmobiliaria -sendos fracasos del mercado- debería haber desembocado en una deslegitimación de los postulados neoliberales, un discurso que explicara las causas de la crisis y señalara a los responsables, además de no avergonzarse de pedir nuevas regulaciones para evitar futuras crisis. Sin embargo, ha ocurrido lo contrario.

Si los mercados no están controlados por el poder democrático se hurta a los ciudadanos el autogobierno en asuntos económicos, los fundamentales.

Irene Lozano

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