«Ágora», la última película de Amenábar tiene como protagonista a Hypatia de Alejandría. Considerada por muchos como la primera mujer científica de la historia, dedicó muchos de sus estudios a la astronomía. Pero, ¿cómo era su cielo?, ¿cómo veían nuestros ancestros los cuerpos celestes? Un ciclo organizado por el Museo Arqueológico Nacional abre una puerta al pasado para asomarnos hasta su visión del cosmos, apoyado por piezas que forman parte de su colección permanente.
La disciplina que estudia esa visión se denomina arqueoastronomía. «Intenta explicar la astronomía en las culturas prehistóricas, antiguas y tradicionales. Todo ello desde un punto de vista interdisciplinar, en el que están involucrados la historia de las religiones, la etnografía, la arqueología, la astronomía, el arte... Parece un término un poco confuso y ahora se intenta extender el de arqueología de las culturas», explica César González, astrofísico del departamento de Física Teórica de la Universidad Autónoma de Madrid, que ha participado en las jornadas con «Dólmenes, orientaciones y relaciones de familia».
Precisamente, el estudio de las orientaciones de los monumentos megalíticos es uno de los campos más fascinantes de la arqueoastronomía. César González se dedica a su investigación en la Península Ibérica. «Nos centramos en un área donde se concentran un gran número de elementos megalíticos, por ejemplo, los dólmenes. Y allí buscamos los que se hayan construido más o menos en la misma época. Esta disciplina mide sus orientaciones para averiguar si existe algo sistemático. Y lo que se ha visto es que la mayor parte de esos monumentos tienen su orientación hacia un mismo punto en el horizonte», relata este especialista.
Otra rama de la arqueoastronomía se dedica al estudio de la relación de los mitos con los objetos celestes o con algún evento astronómico y también con sus manifestaciones artísticas. «Desde los orígenes de la Humanidad, el cielo estrellado, los fenómenos astronómicos han formado parte de nuestra vida. Siempre hemos buscado el origen del universo. Esa búsqueda ha influido en las culturas desde siempre. En este contexto, los mitos sirven para orientarnos», asevera Monsterrat Villar, investigadora del instituto de Astrofísica de Andalucía-CSIC y coordinadora del Año Internacional de la Astronomía 2009. Y aquí juega un papel estelar la colección permanente del Museo Nacional de Arqueología. Una de las piezas más importantes, a juicio de Villar, es la escultura de la Musa Urania. Esculpida en mármol entre fines del siglo II y el I a. C., fue descubierta en Málaga y «es una de las piezas más antiguas que demuestran que la astronomía ya tenía su musa», indica esta experta.
Tal y como nos cuenta Hesíodo en su «Teogonía», en la mitología griega, Urania era la menor de todas las musas del Monte Helicón, consideradas divinidades secundarias y que tenían diferentes atribuciones. «Suele representarse vestida de azul, color que representa la bóveda celeste, y con un globo terráqueo», explica Montserrat Villar.
César González se queda, además de las representaciones de los monumentos megalíticos, con los ídolos placa. «Se trata de unas placas con una forma característica ligeramente antropomorfa, con una serie de marcas dentro. Hace unos años una serie de investigadores descubrieron que esas marcas se podían interpretar como cuentas de un calendario lunar», aclara el experto.
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