RICARDO MARTÍNEZ DE RITUERTO - Bruselas - 12/01/2010
Cuatro espléndidos tapices del siglo XV con enigmática historia y a punto de perderse para siempre comidos por las polillas en la colegiata de Pastrana (Guadalajara) han vuelto a la vida tras un año de gravosa restauración curativa en la Real Manufactura de Tapices De Wit de Malinas. Las piezas de gran formato (11 por 4 metros) glosan la conquista de las ciudades de Arzila y Tánger por Alfonso V de Portugal en 1471 y son coetáneas de aquella campaña.
Uno de los cuatro tapices, La toma de Tánger, iba a formar parte de la magna exposición Tapices flamencos para los duques de Borgoña, el emperador Carlos V y el rey Felipe II de ahora hace un año en Gante, cuna del emperador. Fernando Checa, comisario de aquella muestra, tenía especial empeño en esa pieza y quedó aterrado al ver el estado de abandono en que se encontraba en la colegiata alcarreña, al igual que la serie de tres tapices dedicada al desembarco, asedio y conquista de Arzila, la otra localidad ganada por Alfonso el Africano en el mismo golpe.
Fruto inesperado de aquella exposición fue la alarma y plan de salvación de las cuatro obras, que ahora se muestran durante dos meses en el bruselense Museo del Cincuentenario antes de viajar al Museo de Santa Cruz en Toledo y a la Fundación Carlos de Amberes de Madrid para ser expuestas mientras se ultima su retorno en condiciones dignas al lugar de origen, la colegiata de Pastrana.
El misterio y la especulación envuelve a las cuatro piezas, que pasan por ser uno de los más conseguidos conjuntos de tapices del último cuatro del siglo XV y de las que sólo se sabe con certeza que fueron elaboradas en Tournai, en su momento el lugar por antonomasia para la fabricación de tapices en Flandes. Ni quién encargó la serie, ni quién dibujó los cartones, ni en qué taller fue tejida, ni cómo llegó a España, ni cómo acabó en manos de la casa de los Mendoza. En la neblina de la historia se mezclan y confunden Alfonso V, el artista luso Nuño Gonzalves, el taller de Passchier Grenier, la batalla de Toro, que Alfonso perdió ante Fernando de Aragón, marido de Isabel la Católica, Felipe el Hermoso... Lo única certidumbre es que muestran grandiosa y propagandísticamente el éxito de Alfonso en 1471 al otro lado del estrecho de Gibraltar, que los cuatro tapices fueron ofrecidos por el duque de Pastrana a la colegiata en 1667 y que allí han estado pudriéndose en la antesala al túmulo de la princesa de Éboli hasta ser restaurados en Malinas.
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