viernes, 22 de abril de 2011

Pedro Pablo y Madrid


(haz click en la foto para ampliarla)



Rubens llegó a Madrid en el mes de agosto de 1628. El pintor flamenco de 50 años acababa de enviudar y se había volcado en el trabajo y en sus misiones diplomáticas, que acostumbraba a realizar desde que en su juventud sirvió durante nueve años (de 1601 a 1610) al duque de Mantua (Italia), Vincenzo Gonzaga, amante del arte y de los artistas y con quien atendió tanto cuestiones artísticas como diplomáticas. Él, que había empezado a ganarse la vida con 13 años como paje al servicio de la condesa Margarita de la Ligne d'Aremberg en Oudenaarde, era ahora la pieza clave para la paz en Europa.

El objetivo era que España e Inglaterra alcanzaran la paz y se pusiera fin al conflicto que desangraba la economía y las vidas de un buen número de hombres y mujeres de los Países Bajos, la llamada Guerra de los Ochenta Años. Tenía que convencer a Felipe IV, al que de entrada no le hacía demasiada gracia eso de que un pintor se entrometiese en cuestiones políticas. Pero Rubens se trajo consigo, aparte de su encanto natural y su don de gentes (cortesanas), varios de sus cuadros a modo de regalo y se plantó en Alcázar, la casa Real, que entonces ocupaba el lugar que hoy tiene el Palacio de Oriente.

Rubens pasó nueve meses en esta ciudad, más de lo que tenía previsto. Se convirtió en cómplice y confidente del también llamado Rey Planeta que, pese a tener como pintor oficial de la corte a un Velázquez veinteañero, le hizo múltiples encargos, tanto de retratos como de copias de cuadros de otros pintores italianos. La admiración y la devoción del rey por Rubens crecía por días. En total, el afamado pintor barroco, realizó 40 obras durante su estancia en Madrid, muchas de las cuales permanecen en el Prado.

El pintor de Flandes llegó a hacer algo insólito, como fue modificar un cuadro ya pintado para incluirse a sí mismo. Ocurrió con la Adoración de los Magos, que cuando él llegó ya colgaba de las paredes del Alcázar. Lo amplió y actualmente se le puede ver en la esquina superior derecha montado en un caballo (a la derecha en la fotografía).

Rubens se despide de Madrid una vez más
PATRICIA ORTEGA DOLZ







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