domingo, 25 de octubre de 2009

Las 'cartas españolas'


La ciencia española ha estado menos aislada de lo que se cree. Lo corrobora el descubrimiento y análisis de la correspondencia de Faraday, Von Humboldt, Gauss y otros grandes científicos del XIX con sus colegas de la Academia de Ciencias

ALICIA RIVERA 25/10/2009


El 29 de julio hacía mucho calor en Madrid, calor especialmente sofocante en la buhardilla del solemne edificio de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en la madrileña calle de Valverde. El matemático y académico Ildefonso Díaz andaba buscando allí un tesoro que sabía que tenía que estar, entre centenares de legajos antiguos, pulcramente guardados en vitrinas, pero inexplorados. Eligió al azar un rincón por donde empezar la exploración y tuvo suerte, mucha suerte: primero encontró informes acerca del primer mapa completo de España y antiguas esquelas de académicos fallecidos. Al final de un legajo estaba el tesoro que perseguía: unas cartas manuscritas originales de una decena de académicos correspondientes extranjeros agradeciendo el nombramiento y firmadas por, nada más y nada menos, que Michael Faraday, Carl F. Gauss y Alexander von Humboldt, entre otros. "Son los grandes del siglo XIX, los motores de la ciencia... son los nombres que aparecen en los libros de bachillerato y en las calles de París", recalca Díaz.

"Señor Presidente, habiendo gozado, en unión de mi amigo y colaborador el señor Bonpland, durante una larga serie de años, de la más noble y generosa protección por parte de vuestro Gobierno, y habiéndome entregado en las hermosas regiones tropicales del Nuevo Mundo, en plena libertad, a todos los trabajos de geografía astronómica y magnetismo, de meteorología y de historia natural que podían interesar a los progresos de las ciencias, cada recuerdo de benevolencia y de indulgente afección que me da España me causa una viva emoción...", escribe Humboldt.

Los archivos, que en parte se han digitalizado -y si no se ha completado la labor es por falta de medios y de personal, apunta Caro-, incluyen legajos antiguos primorosamente conservados, cada uno de unos 30 centímetros de grosor, etiquetados y numerados, pero sin especificar el contenido. Muchos llevan más de un siglo sin que nadie los haya hojeado y mucho menos analizado. La dificultad de zambullirse en esos papeles y sus otras actividades, incluida la docencia universitaria, habían forzado a Díaz a aparcar la búsqueda de las cartas españolas de los grandes científicos.

Hace unos meses, este matemático recibió el encargo de pronunciar el discurso inaugural del año académico 2009-2010 en la academia y empezó a buscar un buen tema para disertar. "En principio quise indagar en el origen del lema de la institución, Observación y cálculo, porque me parece tan sintético, tan directo sobre los valores de la ciencia, que quise saber qué pensaban quienes lo propusieron a mediados del siglo XIX", explica el académico. El rastreo de ese lema conducía a los mismos legajos donde podrían estar las famosas cartas.







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